Europa League | Los hermanos Williams devuelven la ilusión europea a San Mamés

San Mamés se ha vestido esta noche de gala para dar de nuevo la bienvenida a una competición de la que no tenía noticias desde hace ya nada menos que seis años. El 15 de marzo de 2018, el cuadro vasco cayó ante el Olympique de Marsella por 1-2 y se despidió temporalmente de un torneo en el que venía participando con cierta asiduidad en las temporadas previas.

En su reestreno como local, el conjunto rojiblanco se medía al AZ Alkmaar con el objetivo de dar aún mayor valor al empate obtenido ante la AS Roma en la primera jornada (1-1). Por ello, como cabía esperar, los rojiblancos saltaron al verde con la idea de ejercer una presión alta y lanzarse al ataque por la vía rápida. De hecho, en los primeros cinco minutos sumaron ya dos buenas ocasiones, con un larguero incluido, tras un buen disparo de Yuri.

Los neerlandeses, pese al vigoroso inicio de su rival, no se achicaron y en su primer acercamiento también rondaron el gol, con un duro golpeo de Ruben van Bommel que obligó a estirarse a Julen Agirrezabala. Además, en cada acción ofensiva, dejaron constancia de su capacidad para mover con rapidez el esférico y presentare al borde del área con relativa facilidad.

Tras ese inicial choque de intenciones, el duelo entró en una fase tensa calma. El Athletic Club seguía dominando, pero sus llegadas ya no lograban generar tanta inquietud a un rival que, poco a poco, comenzó a sentirse cada vez más cómodo sobre el verde y a gozar de posesiones más largas. Sea como fuere, sus atacantes tampoco mostraron mucha finura en la zona clave y el partido alcanzó el descanso con tablas.

Justo premio

El paso por vestuarios nos devolvió un partido de pulsaciones mucho más bajas, con un cuadro local no tan animoso como en el inicio del partido y un combinado neerlandés dispuesto a esperar su oportunidad para sacar una contra o aprovecharse de la tremenda superioridad que estaba mostrando Van Bommel en cada duelo contra Gorosabel. En este aspecto, antes de que fuera a mayores, Ernesto Valverde decidió retirar al guipuzcoano para dar entrada al siempre solvente Óscar de Marcos y, al menos, intentar taponar esa vía de agua.

Aunque nunca cejó en su empeño, el combinado rojiblanco no encontró el premio a su insistencia hasta pasado el 70. Tras unos minutos en los que comenzaba a olerse que el equipo empezaba a acusar el cansancio y a cometer más errores de los debidos, Nico Williams progresó con decisión por la izquierda y sirvió un excelente balón al área que su hermano Iñaki envió al fondo de la red con un sutil primer toque. La acción del menor de la saga fue, por cierto, la primera en la que se olvidó de querer solventar el partido por su cuenta y optó por apoyarse en un compañero.

Como cabía esperar, el AZ pisó el acelerador en busca del empate, pero los locales, apoyados en una inconmensurable Daniel Vivián, repelieron una tras otra todas las embestidas de su rival y lograron, además, sentenciar el duelo en otra acción comandada por Nico. El joven extremo volvió a jugársela en solitario, pero el rechace de Owusu-Oduro cayó a los pies de Oihan Sancet que logró embocar el 2-0.

De esta forma, seis años después, el Athletic Club volvió a brindar al animoso público que poblaba las gradas de San Mamés una victoria que sirve para mantener vivo el sueño de, quien sabe, poder disputar en este mismo escenario la final del torneo. Aún queda un largo y tortuoso camino, pero las sensaciones son, por el momento, esperanzadoras.