Yannick Ferreira Carrasco se despidió el pasado lunes del Atlético de Madrid. Aunque por su talento y juventud parecía capacitado para hacerse un hueco en la élite del fútbol europeo, el belga optó por emigrar a un torneo chino en el que su salario siempre estará muy por encima de las exigencias profesionales.
«Jamás me metí en las cuestiones de las personas. Siempre que sea crecimiento profesional, lo veo bien. Si es crecimiento económico ya es una elección personal. En el fútbol no me sorprende nada, estamos atados a esa posibilidad y a estas elecciones». Horas antes de confirmarse la marcha de Yannick Ferreira Carrasco al Dalian Yifang, el técnico del Atlético de Madrid, Diego Simeone, se refería de esta manera al inminente adiós del jugador belga.
Aunque su relación con el atacante ha estado cargada de altibajos y hasta reproches, el Cholo nunca ha escondido su aprecio por un jugador al que consideraba capacitado para desequilibrar cualquier partido y al que lo único que demandaba era que alcanzase una cierta regularidad y aceptase de buen grado las responsabilidades defensivas que exigen sus planteamientos tácticos.
En estos algo más de dos años y medio de relación, ha habido momentos en los que el futbolista ha dado síntomas de estar dispuesto a pasar por el aro y a aceptar, incluso, que su entrenador le obligase a jugar como extremo derecho, una posición que no termina de agradarle -«Yo nunca he dicho que no quería jugar por esa banda (por la derecha). Cuando me enfado en los cambios no es con el míster, es conmigo mismo», indicó en su momento-. Sin embargo, a la hora de la verdad, han sido ese tipo de sacrificios los que han terminado por alejarle de la capital de España.
«El proyecto de deportivo del grupo me convenció y motivó mi decisión. El campeonato chino está en auge, las condiciones de trabajo son excelentes, las nuevas infraestructuras son modernas y están disponibles tanto para los jugadores como para los aficionados y el nivel de juego mejora de temporada en temporada (...) Además de Hulk, Lavezzi, Capello y, por supuesto, mi amigo Witsel, contribuiré al desarrollo del fútbol en un país apasionado por este deporte. Más allá del fútbol, que sigue siendo mi prioridad, este país también me ofrece la oportunidad de desarrollar proyectos personales y profesionales que son importantes para mí», reconoció el jugador.
Pese a que sus argumentos son respetables, en el adiós del ex del Mónaco hay bastante de renuncia, de optar por el camino fácil, por el que permite ganar cantidades de dinero inabarcables sin demasiado esfuerzo. Y es que, para un futbolista de apenas 24 años que cuenta con el talento oportuno para triunfar en Europa, emigrar a China sólo debe entenderse como una forma de restarse presión, de eliminar de la ecuación del éxito la variable del trabajo...
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