Cinco días después de esa agónica y balsámica victoria del AC Milan en casa del Inter, que mantenía en el banquillo a Paulo Fonseca y daba aire al proyecto, los rossoneri tenían otra prueba ante el Lecce en casa. A priori rival modesto y propicio para que los de San Siro afianzasen su resurgir y mirasen la temporada y la segunda jornada de Liga de Campeones con otros ojos.
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Dicho y hecho. Los locales encarrilaron el encuentro en un gran final del primer acto. Álvaro Morata empeiza a resultar decisivo porque anotaba un gol de cabeza tras un saque de falta lateral en el 38'. El español abriendo la lata y marcando el gol siempre más complicado: el primero. El gran fichaje para la delantera funcionando y marcando diferencias, también el camino para las dianas de Theo Hernández y Christian Pulisic en cinco minutos mágicos.
La celebración del goleador español, plena de euforia con sus hijos en la banda, mostraba la necesidad del capitán de España por volver a ser determinante. Y lo fue, porque esos tres goles en el final del primer acto sirvieron para dar a los lombardos un triunfo cómodo y balsámico que ayudan a cambiar una dinámica que ahora empieza a ser convincente.
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